La ciudad es, sin duda, un ente complejo. Entre sus múltiples variables y sus puntos de encuentro, en este artículo me enfocaré en analizarla desde tres ejes que, en sí mismos, podrían desatar horas de discusión:
¿Cómo se comporta cada uno de estos ejes bajo circunstancias como la que se vive actualmente? ¿Existe resiliencia ante un cambio social no controlado? ¿Estamos a tiempo de reestructurar nuestros planes presentes y futuros?
Antes que nada, hablemos de acepciones. Según la Real Academia Española, la ciudad se define de la siguiente forma:
Esta descripción ciertamente se queda corta al dejar fuera menciones a aspectos importantes como los espacios públicos, el funcionamiento sostenible, la integración social y la diversidad económica. Estas divergencias son solo una muestra de la rápida evolución que experimentan los sitios en los que vivimos.
Con el objetivo de ahondar en el tema con ojos críticos, a continuación busco explorar la ciudad y su comportamiento ante la pandemia actual, así como algunas soluciones que pudieran provenir desde el sentido común y el mismo funcionamiento de las urbes en el futuro.
El modelo de negocio de la ciudad
Según los expertos, se acerca un proceso de recesión que obstaculizará la tendencia del ciclo natural comercial. El cese de la actividad laboral en múltiples sectores, la baja en el consumo de ciertos productos y, sobre todo, la falta de interacción social son factores que tendrán un alto impacto sobre la economía.
¿La ciudad es un negocio? Durante mucho tiempo ha existido una disputa entre urbanistas y desarrolladores inmobiliarios sobre el papel que cada uno juega en el sistema del real estate. En efecto, parte del debate es que la ciudad debe de ser considerada un negocio cuyo éxito depende de la satisfacción de sus usuarios.
Para que el negocio de una ciudad pueda funcionar debe mantener un ritmo de absorción comercial en cada uno de sus componentes: vivienda, comercio, equipamiento, áreas públicas, oficinas y demás. Este éxito se logrará con el dinamismo comercial y funcional de la ciudad, provocado por el desenvolvimiento de sus usuarios.
De este modo, desarrolladores y urbanistas conviven en un balance perfecto entre calidad de vida y negocio, pero ¿qué sucede si la ciudad debe detenerse como ha sucedido en los últimos días?, ¿los modelos de negocio de una ciudad están diseñados para funcionar bajo las restricciones de una cuarentena?
El funcionamiento del tejido urbano
Ante las problemáticas que estamos viviendo, el experto en diseño urbano y de paisaje Jim McRae (Design Workshop en Denver, Colorado) mantiene la teoría de generar ciudades integrales que puedan sostenerse por sí mismas.
La idea consiste en crear planes urbanos cuya infraestructura, espacios públicos, población y actividades económicas puedan hacer funcionar su propio ciclo comercial.
Un ejemplo de solución concreta bajo esta tesis sería proyectar campos agrícolas (una inconsistencia, por cierto, con respecto a la descripción de ciudad provista por la RAE) en el programa de una comunidad que permita producir sus propios recursos, así como el consumo local necesario para generar un microciclo económico.
Lo anterior no sustituye el papel de la comunidad como motor en una jerarquía mayor, sino que arroja mecanismos de defensa ante situaciones que son superiores al control de ese cuadro de población.
Las ciudades, comunidades o pueblos deben estar concebidos y regidos como un sistema económico sostenible, el cual funcione y colabore de forma integral con un sistema superior que lo resguarde y procure. Es así como podrá resolver problemáticas de forma ordenada, no reactiva, y brindar soluciones de corto plazo.
El desenvolvimiento de los habitantes citadinos en esta época nos ha llevado a explorar alternativas de vivir el tejido urbano en el que residimos. En pocas palabras, la gente ha tenido que ser creativa para emprender sus actividades cotidianas con éxito, echando mano de lo que tiene al alcance en este ambiente de pandemia.
El desenvolvimiento de los usuarios
La calidad de vida para los usuarios es un elemento que ha evolucionado con el paso del tiempo: accesibilidad en el tránsito de un lugar a otro, espacios recreativos, proximidad entre casa y trabajo, y complejos de salud y otros tipos de equipamiento son algunas exigencias que se estarán incrementando durante los próximos meses.
Juan Ignacio Barragán, experto en planeación urbana (Urbis Internacional en Monterrey, Nuevo León) contempla que, dada la situación actual, se están explorando nuevas maneras de interactuar con nuestra sociedad, particularmente entre vecinos y otras personas en cercanía. Por esto, repuntarán una serie de cuestionamientos que nos ayudarán a dar mejores soluciones a la concepción de la ciudad.
“Existe una vida en comunidad que se ha perdido en el paso del tiempo y este tipo de situaciones nos está haciendo volverla a encontrar”, comenta el arquitecto, quien augura una renovación urbana.
Alternativas para las actividades cotidianas que influyen en la calidad de vida, como el home office, son ejemplos de soluciones que replantean problemáticas como la congestión vehicular, los costos de oficina, la eficiencia laboral, el bienestar y —más importante hoy en día— el contacto humano.
Replanteamiento del concepto de ciudad
Al carecer de una receta clara sobre cómo debe concebirse la ciudad, es importante estar abiertos a las circunstancias que la población vive o pudiera vivir, a fin de poder anticiparnos a cualquier reacción en su funcionamiento.
Este tiempo de contingencias nos permitirá cuestionarnos y generar nuevos criterios en la toma de decisiones alrededor de la planeación y el funcionamiento de las ciudades.
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